Singular tarde de diciembre
él se despedía elegante
distante como habitualmente lo hacía
con el traje de sonrisa intencionada
Rigidez de la templanza
palabras suaves, escasas
que se remojaban en los sonidos del interior
mientras su bufanda rojo granate le iluminaba
Se me inclinaba el cabello
sobre el rubor de sus silencios
casi sin motivo, en un instante
La discreta puerta se cerraba sigilosa
alumbrando con su melodía su caminar
su huella dejaba los designios del futuro... rodar
Dulce... entrañable Loren...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias de nuevo Ernesto, gracias por tu visita, es un placer.
ResponderEliminarUn abrazo
Sigue querida Loren
ResponderEliminarrodando con tus versos
de azúcar miel y pimienta.
No dejes de rodar hasta
hacerte una pelota para
poder jugar con ella y
que impregne tu sonrisa
junto a tu dicha de poder soñar,
porque tu corazón nos habla,
envuelto en el aire que respira.
Un abrazo
Distancia, pocas palabras, rigidez, silencios... todo eso deja detrás de la puerta un regusto amargo entre el dolor y el desencuentro.
ResponderEliminarNostálgico tu poema, Loren, y a pesar de eso, bellísimo en la calidez con que has adornado los sentimientos.
Un beso grande, amorosa :)
Parece una tarde de cuento.
ResponderEliminarBesos.
Querido Antonio seguiré rodando por la poesía mientras los versos se me escapen del alma y mis palabras tengan voz. Gracias por visita y tu mensaje.
ResponderEliminarSaludos
Liliana, sentimientos escondidos en la superficie de la vida, gracias mi dulce poeta mi maestra gracias. Besos
ResponderEliminarToro, buscaba tu mensaje y tu visita, por fin... Gracias, las hadas de mis versos te esperaban.Besos
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